Son las 5 pm. Anochece temprano. El primero de marzo se presenta en la Gaza sitiada como un día más. Un día más para todos, excepto para los que no estamos todavía acostumbrados a esta vida. Para cualquier gazaití, los días son repeticiones constantes de acciones, interacciones y cosas superfluas. Para mi, y otros extranjeros, no es así. Casi siempre, la sensación en Oriente es que cada día ocurre algo nuevo sabiendo, además, que el continuo flujo de información hace de la vida de un periodista una tarea incesante.
Los gazaitíes son, en general, muy religiosos. El núcleo familiar lo es, prácticamente, todo. Se construyen casas de manera que, inicialmente, se hace la primera planta con vistas a levantar las plantas consecutivas conforme se casen los hijos. Las hijas suelen vivir en casa del marido y las visitas a casa de los padres suelen ser constantes.
La comida palestina en Gaza es exquisita, mucho más equilibrada y menos grasienta que la egipcia, por ejemplo. Sería una mezcla de comida siria y libanesa, con características propias donde, ante todo, prevalece el aceite de oliva. Todas las verduras, hortalizas o legumbres tienen un sabroso sabor, destacando el tomate, hacía tiempo que no disfrutaba tanto comiendo tomate. Una de las comidas más sencillas y más ricas es, sin duda, el famoso pan con tomillo (pan, aceite, tomillo y sal).
El suelo en Gaza es especial. Si bien es un oasis en detrimento, que casi ha perdido la totalidad de su agua dulce, todavía se puede decir que es una tierra rica y fértil para cultivar. De hecho, en la zona de Beit Lahiya, famosa por sus fresas, el agua dulce es la mejor de toda la Franja de Gaza y eso lo saben muy bien los israelíes que custodian la línea verde que la separa del resto de Palestina, de la Cisjordania ocupada. Los israelíes han desarrollado un sistema de pozos que absorbe el agua gazaití, en pocas palabras, la roba.
En un día de campo, como pueda ser un viernes como hoy, al sol, puede sorprendernos el ruido ensordecedor de los cazas israelíes surcando los cielos y rompiendo la barrera del sonido a propósito. O, los mismos personajes, lanzando bombas al aire para crear confusión y asustar a los agricultores que faenan en el campo cerca de la línea verde.
En uno de mis reportajes entrevisté a un hombre que vive en Beit Hanun, al este de la Franja de Gaza, al lado de la línea verde de los israelíes. Nos contó cómo su campo había sido arrasado con las diversas incursiones, guerras y ataques de Israel. En 2008-2009 la guerra fue drástica y las consecuencias nefastas. La gente todavía la recuerda con pavor, sobre todo aquellas familias por encima de cuyas casas pasaban sin cesar, a ras de sus tejados, los cohetes lanzados por los israelíes. En el último ataque de noviembre del año pasado 2012, que duró 8 días, y cuyos objetivos fueron un poco más determinados (miembros del gobierno de Hamás, de la Yihad Islámica..) – aún así drones israelíes mataron a civiles gazaitíes-, las tierras del señor de Beit Hanun que he mencionado fueron bombardeadas más de 50 veces.
Y la vida pasa, continúa… Una vez destrozadas sus casas o sus campos, las reconstruyen o vuelven a plantar sus cultivos. Un día ocurre que los israelíes lanzan papeles desde sus aviones con mensajes como el que ya lanzaron: no plantar cultivos que superen los 75 cm de altura. Con miedo a las consecuencias, los agricultores gazaitíes así lo hicieron, pero los soldados continuaron disparándoles; a veces son disparos al aire de amenaza, pero aún así, pueden resultar mortales…
Hay grupos de activistas extranjeros que vienen a Gaza. Una de sus labores es hacer de escudo humano para evitar los ataques a agricultores. Esto es, colocarse entre soldados israelíes y agricultores trabajando para protegerles. Pero nadie les asegura que no resulten heridos o muertos. Recordad que ya han matado a varios activistas extranjeros, no solo aquí en Gaza. También a periodistas… Todo vale, con tal de seguir infundiendo el pánico y el miedo.
Era mucho peor antaño, cuando la Franja estaba bajo total ocupación israelí, de 1967 a 1994, y había asentamientos en todas partes. Se oían disparos una y otra vez, se separaban las calles y carreteras por donde iban a pasar colonos o palestinos… Una pesadilla que condujo a los palestinos de Gaza, y exactamente a los palestinos del campo de refugiados de Yabalia, a emprender la Primera Intifada en 1987. Intifada significa en árabe, levantamiento. A esta intifada muchos la llaman el levantamiento de las “piedras contra las balas”. No hay que pensar que los palestinos no tienen armas, porque las hay, las tienen los grupos de resistencia armados, los brazos militares de partidos políticos… Hay que pensar que la resistencia popular, no tiene arma, solo piedras. Las mismas piedras que hoy, viernes, han vuelto a lanzar contra soldados armados jóvenes palestinos en Cisjordania.
El suelo se calienta en verano…