***Actualización 18/02/2016: las organizaciones palestinas de Derechos Humanos investigan en estos momentos el caso de la niña porque, además de la imposibilidad de que la familia viajara a Israel, Jerusalén-Este o Egipto, se teme que la corrupción administrativa también haya tenido un papel importante.
Una dulzura de niña acaba de morir en Gaza. Sufría insuficiencia renal, pero a estas horas las principales páginas web de noticias palestinas mantienen en portada la foto del Coordinador Especial de la ONU para el Proceso de Paz en Oriente Medio, Nickolay Mladenov. Mladenov ha estado en Gaza y en rueda de prensa ha lanzado un discurso repetitivo (de esos que los periodistas podríamos haber escrito antes de que él llegara) sobre que la reconstrucción sigue, que hay logros alcanzados, que quieren lo mejor para todos en Gaza, etc.
Después de contestar las preguntas, de algunos periodistas, ha terminado con una retórica envolvente de amistad y empatía.
Pero una niña ha muerto en Gaza. Y creo que no hay suficientes palabras que puedan tranquilizar a un padre y a una madre que han hecho todo para que esta niña cruzara el paso fronterizo de Rafah durante los escasos tres días que ha estado abierto, después de 70 días seguidos de cierre total. No lo lograron. El paso volvió a cerrarse y la niña murió.
Todos estamos potencialmente muertos en Gaza. Tienes un accidente terrible y en los hospitales no saben qué hacer porque falta formación y materiales, mueres; estás trabajando sobre un andamio y cede el madero porque no es el apropiado ya que Israel ha bloqueado la entrada de madera gruesa y fuerte, mueres; tienes cáncer, mueres; tienes una enfermedad degenerativa que necesita cuidados especiales, mueres; tienes una mentalidad abierta y libre, también mueres. Mueren también los que quieren casarse y no pueden, cometen suicidio (o lo intentan); o casos como el de una joven que veía su futuro hundirse y decidió cortarte las venas hace unos días en Gaza.
La niña, Marah Diab, ha muerto y ella, como todos aquí, no quería morir. Tenía miedo. Sufría mucho en la unidad del hospital para diálisis. Llamaba a su padre todo el tiempo.
¿Cuántas veces habrá que repetir que el bloqueo también mata, que no solamente son las guerras?